Con
motivo del Festival de la Flor de la Jara disfrutamos de este corto recorrido
entre jaras y pizarras. A prori, desde un punto de vista geológico parecía ser un
tanto monótono ya que prácticamente toda la senda iba a discurrir sobre las
pizarras negras masivas del Ordovícico medio.
Sin
embargo la geodiversidad de esta zona oriental del Sistema Central, a caballo
entre las sierras de Guadarrama, Ayllón y Somosierra, permite que muchas veces,
incluso en tan breves recorridos, podamos observar y “tocar” diferentes
estructuras y materiales.
Nada
más ponernos en marcha desde Las Eras de El Atazar hacia el N. empezamos con un
pronunciado descenso seguido de una no menos empinada subida hasta el alto de
Cotorro donde mientras recuperábamos el aliento nos ofrecieron un breve resumen
de los materiales e historia geológica de este territorio.
Pero
lo que no se contó, y probablemente poca gente sospechase, es que el barranco
que tan afanosamente acabábamos de atravesar sigue la lineación de un importante
accidente tectónico en esta región: se trata de la Falla del Atazar que
transcurre en dirección NE-SW con buzamiento 60°SE y un salto estimado superior a 2.000 m. Aunque
cartográficamente está representada desde el vértice del pico Somosierra hasta
perderse bajo el embalse del Atazar, su extensión probablemente abarque muchos
más kilómetros pues se considera que pertenece al mismo sistema de fracturas
que la falla de Almiruete, más de 20 km. al NE., mientras que por el SW. algunos autores la
prolongan otros tantos km, prácticamente hasta Valdemanco, pudiendo haber sido
un agente activo en el levantamiento de la sierra de La Cabrera.
El
arroyo de la Pasada, o de la Pasá, queda
encajado en gran parte por esta fractura que incluso no sé hasta qué punto ha
podido tener influencia en el trazado del rio Lozoya que de transcurrir desde
Buitrago prácticamente en dirección N-S, cambia bruscamente a la altura de El
Berrueco a dirección W-E.
![]() |
El antiguo cauce del Lozoya está marcado por
la delimitación de los términos municipales. Se aprecia el cambio brusco de
dirección de N-S a W-E
|
La
falla del Atazar se originó durante una de las fases de la orogenia varisca
hace unos 300 m.a. y aunque no se considera sismogenética, no quiere decir que
puntualmente no pueda liberarse alguna tensión,
de hecho el pasado 23 de Mayo el Centro Sismológico Europeo detecto un
temblor 3.3 (débil) con epicentro al W. de El Vado y que fue recogido por la
prensa local:
(http://www.sierranortedigital.com/694206714/Un-terremoto-de-magnitud-2-a-60-KMs-de-Buitrago-del-Lozoya.html)![]() |
Epicentro sismo 23/05/2017 |
En
cuanto a la litología, si bien es verdad que estábamos sentados sobre las
mencionadas pizarras, desde la propia elevación donde nos encontramos se podía
observar como en las laderas al E. del
pueblo destacaban unas bandas blanquecinas que contrastaban con el color más
oscuro de la pizarra. Se trata de bancos de cuarcitas que alternan con otros de
pizarras y que resaltan sobre éstas, aparte del color, por su mayor resistencia
a la erosión. Son también Ordovícicas aunque algo más jóvenes (Formación Alto
Rey), y tienen mayor presencia hacia La
Puebla de La Sierra donde se puede observar algún pliegue espectacular.
Aquí
de hecho también están plegadas en un anticlinal desmantelado por la erosión, pero
la deformación sólo se ve claramente a vista de pájaro. En la imagen inferior he
marcado el eje del pliegue (charnela) con trazos discontinuos grises.
A
diferencia de las pizarras, que proceden de la compactación de limos y arcillas
finas en lutitas que posteriormente fueron metamorfizadas, las cuarcitas
proceden de arenas compactadas en
areniscas sometidas al mismo metamorfismo. El color oscuro de las pizarras
se debe a la presencia de materia orgánica en los sedimentos originales
mientras el alto contenido en cuarzo es el responsable del color claro de las
cuarcitas.
Desviando
nuestra mirada al S., aún con el día algo nublado, se podía distinguir la parte
superior del crestón calizo del Pontón
de la Oliva que forma parte de la estrecha banda cretácica que recorre
diagonalmente la región separando el macizo paleozoico donde nos encontrábamos
de la cuenca cenozoica que, diseccionada en primer lugar por el valle del rio
Jarama, se pierde finalmente en la vasta
superficie plana de los páramos que se confunden, ya más atrás, con la línea
del horizonte.
Terminado
el breve descanso y siguiendo nuestro camino hacia el Tinao del Aguila se pudieron observar algunos afloramientos de
pizarras recorridas por pequeñas venas o filoncillos de escasos centímetros de
cuarzo lechoso masivo, originados por el ascenso y circulación a través de las
líneas de fracturación de líquidos hidrotermales ricos en sílice. De hecho se encuentran por el camino
bastantes cantos angulosos procedentes de los canchales superiores originados
por la gelifracción de la roca
También
atravesamos alguna pequeña zona arcillosa de coloración marrón producto de la
meteorización de las pizarras que al estar tan diaclasadas (fisuradas) permiten
que el agua circule por su interior provocando la descomposición química de sus
minerales.
Estas
aparentemente inocuas arcillas fueron uno más de los problemas, que no el peor,
que hubo que resolver en la cimentación de la cercana presa del Atazar ya que
el agua de lluvia que circulaba a través de las fracturas parcialmente rellenas
por estos materiales arcillosos se quedaba allí acumulada debido a su
impermeabilidad, lo que producía una
sobrecarga en las laderas sobre las que se apoyan todos los esfuerzos de
la presa. Además como las arcillas son expansivas en presencia de agua, al
hincharse contribuían a la disgregación de la roca y por tanto a la
inestabilidad de los taludes.
Y
hasta aquí lo que se pudo ver en este
agradable paseo finalizado con un improvisado concierto musical. Esperemos descubrir, contar (y que
nos cuenten) más cosas en próximas ediciones. Mientras cualquier corrección,
ampliación o sugerencia a este texto es bienvenida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario